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miércoles, 4 de marzo de 2020

Mitos y Verdades Sobre la Soya

Aquí aclaramos los mitos de los "Dictócratas de la alimentación" y revelamos la validez científica detrás de la alimentación rica en nutrientes de nuestros sabios antepasados.
  • Mito: El uso de la soya como un alimento data de hace muchos miles de años.
    Verdad: La soya se utilizó por primera vez como un alimento durante la tardía dinastía Chou (1134-246 aC), sólo después de que los chinos aprendieron a fermentar la soya para hacer alimentos como tempeh, natto y tamari.
  • Mito: Los asiáticos consumen grandes cantidades de alimentos de soya.
    Verdad: El consumo promedio de alimentos de soya en Japón y China es de 10 gramos (aproximadamente 2 cucharaditas) por día. Los asiáticos consumen alimentos de soya en pequeñas cantidades como condimento y no como un sustituto de alimentos de origen animal.
  • Mito: Los alimentos de soya modernos proporcionan los mismos beneficios para la salud que los alimentos de soya tradicionalmente fermentados.
    Verdad: La mayoría de alimentos de soya modernos no son fermentados para neutralizar las toxinas en la soya y se procesan de una manera que desnaturaliza las proteínas y aumenta los niveles de carcinógenos.
  • Mito: Los alimentos de soya proveen la proteína completa.
    Verdad: Al igual que todas las legumbres, la soya es deficiente en azufre que contiene aminoácidos metionina y cistina. Además, el procesamiento moderno desnaturaliza la frágil lisina.
  • Mito: Los alimentos de soya fermentados podrían proporcionar vitamina B12 en la alimentación vegetariana.
    Verdad: El compuesto que se asemeja a la vitamina B12 en la soya no puede ser utilizado por el cuerpo humano. De hecho, los alimentos de soya hacen que el cuerpo requiera más B12.
  • Mito: La fórmula de soya es más segura para los niños.
    Verdad: Los alimentos de soya contienen inhibidores de tripsina que inhiben la digestión de proteínas y afectan la función pancreática. En animales de laboratorio, la alimentación con alto contenido de inhibidores de tripsina provocaron un retraso en el crecimiento y trastornos pancreáticos. Los alimentos de soya incrementan la necesidad del cuerpo de vitamina D, que es necesaria para tener huesos fuertes y un crecimiento normal.
    El ácido fítico en alimentos de soya resulta en una biodisponibilidad reducida de hierro y zinc, que son necesarios para la salud y el desarrollo del cerebro y el sistema nervioso. La soya también carece de colesterol, que también es esencial para el desarrollo del cerebro y el sistema nervioso.
    Las megadosis de fitoestrógenos en la fórmula de la soya han sido implicadas en la tendencia actual de desarrollo sexual prematuro en las niñas y desarrollo sexual retardado en los niños.
  • Mito: Los alimentos de soya podrían prevenir la osteoporosis.
    Verdad: Los alimentos de soya podrían causar deficiencias en calcio y vitamina D, ambas necesarias para tener huesos saludables. El calcio a partir de caldos de hueso y vitamina D de mariscos, manteca de cerdo y carnes de órganos previenen la osteoporosis en los países asiáticos – no los alimentos de soya.
  • Mito: Los alimentos de soya modernos protegen contra muchos tipos de cáncer.
    Verdad: Un informe del gobierno británico llegó a la conclusión de que hay poca evidencia de que los alimentos de soya protejan contra el cáncer de mama o de cualquier otra forma de cáncer. De hecho, los alimentos de soya podrían resultar en un mayor riesgo de cáncer.
  • Mito: Los alimentos de soya protegen contra enfermedades cardiacas.
    Verdad: En algunas personas, el consumo de alimentos de soya bajará el colesterol, pero no hay evidencia de que reducir el colesterol con proteína de soya mejore su riesgo de tener enfermedades cardiacas.
  • Mito: Los estrógenos de la soya (isoflavonas) son buenos para la salud.
    Verdad: Las isoflavonas de la soya son disruptores endocrinos fitosanitarios. En niveles alimentarios, podrían prevenir la ovulación y estimular el crecimiento de células cancerosas. Comer tan sólo 30 gramos (aproximadamente 4 cucharadas) de soya al día podría causar hipotiroidismo con síntomas de letargo, estreñimiento, aumento de peso y fatiga.
  • Mito: Los alimentos de soya son seguros y beneficiosos para las mujeres en sus años posmenopáusicos.
    Verdad: Los alimentos de soya podrían estimular el crecimiento de tumores dependientes de estrógenos y causar problemas de tiroides. La función tiroidea alterada está relacionada con dificultades en la menopausia.
  • Mito: Los fitoestrógenos en los alimentos de soya podrían mejorar la capacidad mental.
    Verdad: Un reciente estudio encontró que las mujeres con niveles más altos de estrógeno en la sangre tenían los niveles más bajos de función cognitiva; En los japoneses y personas que viven en los Estados Unidos, consumir tofu en la mediana edad se relaciona con la aparición de la enfermedad de Alzheimer en la edad adulta.
    Mito: Las isoflavonas de soya y las proteínas aisladas de soya tienen un estatus de GRAS (generalmente reconocidos como seguros).
    Verdad: Archer Daniels Midland (ADM) recientemente retiró su aplicación a la FDA por el estatus de GRAS de las isoflavonas de soya debido a la creciente protesta de la comunidad científica. La FDA nunca aprobó el estatus de GRAS para la proteína de soya aislada debido a la preocupación sobre la presencia de toxinas y carcinógenos en la soya procesada.
  • Mito: Los alimentos de soya son buenos para su vida sexual.
    VerdadNumerosos estudios en animales muestran que los alimentos de soya causan infertilidad en los animales.Consumir soya aumenta el crecimiento del cabello en los hombres de mediana edad, lo que indica niveles bajos de testosterona.
  • Mito: La soya es buena para el medio ambiente.
    Verdad: La mayoría de la soya cultivada en los Estados Unidos es transgénica, diseñada para permitir que los agricultores utilicen grandes cantidades de herbicidas.
  • Mito: La soya es buena para las naciones en desarrollo.
    Verdad: En los países del tercer mundo, la soya sustituye los cultivos tradicionales y transfiere el valor agregado del procesamiento de la población local a las corporaciones multinacionales.

La Soya Para Lactantes: Píldoras Anticonceptivas Para Bebés

Los bebés alimentados con fórmula a base de soya tienen de 13,000 a 22,000 veces más compuestos de estrógeno en su sangre que los bebés alimentados con fórmula a base de leche. Los bebés alimentados exclusivamente con fórmula de soya reciben el equivalente estrogénico de por lo menos cuatro píldoras anticonceptivas por día.
Los niños varones experimentan una oleada de testosterona durante los primeros meses de vida, cuando los niveles de testosterona podrían ser tan altos como las de un hombre adulto. Durante este período, los bebés están programados para expresar características masculinas después de la pubertad, no sólo en el desarrollo de sus órganos sexuales y otros rasgos de masculinidad, sino también en el asentamiento de patrones en el cerebro característicos del comportamiento masculino.
En los animales, los estudios indican que los fitoestrógenos de la soya son potentes disruptores endocrinos. Alimentar a los niños con soya - que inunda el torrente sanguíneo con hormonas femeninas que inhiben la testosterona - no puede ser ignorado como una posible causa de los dañados patrones de desarrollo en los niños, incluyendo los problemas de aprendizaje y trastorno por déficit de atención.
Los niños varones expuestos al DES, un estrógeno sintético, tenían testículos más pequeños de lo normal en la maduración y los monos tití bebés alimentados con isoflavonas de soya tuvieron una reducción en los niveles de testosterona en hasta un 70 por ciento en comparación con los alimentados con leche.
Casi el 15 por ciento de las niñas blancas y el 50 por ciento de las niñas afroamericanas muestran signos de pubertad, como desarrollo de los senos y vello púbico, antes de la edad de ocho años. Algunas niñas están mostrando desarrollo sexual antes de la edad de tres años.
El desarrollo prematuro en las niñas se ha relacionado con el uso de la fórmula de soya y la exposición a imitadores ambientales de estrógeno como PCBs y DDE. El consumo de fitoestrógenos, incluso a niveles moderados durante el embarazo podría tener efectos adversos en el feto en desarrollo y momento de la pubertad más tarde en la vida.

¿Qué Productos de Soya Son Buenos?

La única soya con beneficios para la salud es la soya orgánica que ha sido fermentada correctamente y estos son los únicos productos de soya que recomiendo consumir.
Después de un largo proceso de fermentación, los niveles de fitatos y "anti-nutrientes" de la soya se reducen y sus propiedades beneficiosas están disponibles para su sistema digestivo.
Los principales productos de soya fermentados que recomiendo son:

  • Tempeh, un pastel de soya fermentada con una textura firme y rugosa, con sabor parecido al de hongos.
  • Miso, una pasta de soya fermentada con una textura salada y mantecosa (comúnmente utilizada en la sopa de miso).
  • Natto, semillas de soya fermentada con una textura pegajosa y fuerte, un sabor similar al queso.
  • Salsa de soya, que tradicionalmente se hace al fermentar las semillas de soya, sal y enzimas; tenga cuidado porque hoy en día muchas variedades en el mercado se hacen artificialmente usando un proceso químico.

Tenga en cuenta que el tofu no está en esta lista. El tofu no esta fermentado y por lo tanto no se encuentra entre los alimentos de soya que recomiendo.

SOJA Una suma de problemas

Más allá de las cuestiones sociales, toxicológicas, económicas, políticas y ambientales que surgen del cultivo de soja transgénica (99% de la producción nacional), el poroto de soja en sí mismo, aún si fuese orgánico y no transgénico, representa un grave problema para la salud humana, por la combinación de varios factores que trataremos de resumir.

Existe profusa y sólida evidencia científica de los problemas que ocasiona su consumo regular, por lo cual se invita a consultar la información y a verificar la sólida bibliografía disponible en la web [1], que no podemos reproducir por cuestión de espacio.

Nunca fue alimento base

En la China antigua apreciaban esta planta por su efecto fertilizante del suelo (fija nitrógeno). Recién durante la dinastía Chou (1134-246 AC), con el dominio de la técnica de fermentación, comenzó a consumirse el poroto, en forma de fermentados (tempeh, natto, miso, shoyu) que aseguran la completa inactivación de sus antinutrientes. Luego (siglo II AC) se comenzó a cuajar el puré de porotos cocidos (tofu), proceso que inactiva antinutrientes, aunque no totalmente.
En 1930 la soja representaba apenas el 1,5% de las calorías en la dieta china. En 1998 se precisó que los japoneses consumían 8g diarios de proteína de soja (dos cucharaditas), en forma de fermentados y condimentos. Un dato no menor: la soja utilizada antiguamente en Oriente era glicina, diferente a la que se cultiva actualmente (glicina max), que ha sido mejorada para obtener más proteína (y también más isoflavonas).

Virtudes ilusorias

A fines del siglo XX, una avalancha publicitaria, basada en “serios estudios científicos”, la aconsejaba comouna panacea nutricional y terapéutica. A tal punto que propulsó la adopción del término “nutracéutico” (nutriente y fármaco a la vez) por parte de la industria. El consumo de soja era esencial para resolver los desordenes menopáusicos, bajar el colesterol, proteger el sistema cardiovascular, combatir el cáncer, paliar el hambre en el mundo y asistir a los carenciados.
Al mismo tiempo, la industria le encontró miles de aplicaciones, aprovechando su riqueza proteica, sus grasas saludables, su plasticidad industrial y su bajísimo costo. Hasta los idealistas bienintencionados pensaron que era la forma de reducir el consumo de proteína animal (vegetarianos) y evitar daños al medio ambiente (ecologistas). Pero rápidamente el mito se fue derrumbando.

Desorden nutricional

Si bien la soja posee alto tenor proteico, su valor biológico (49 frente al índice 100 del huevo) se ve limitado por deficiencia en aminoácidos esenciales azufrados (metionina, cisteína) y por la presencia de inhibidores de las proteasas (enzimas como la tripsina, necesarias para degradar su proteína). El factor inhibidor no se inactiva completamente con la cocción y los procesos industriales; sólo con lentos procesos de fermentación que van desde varios meses a 3 años. Las consecuencias: mala digestión, déficit de crecimiento, trastornos gástricos, agotamiento pancreático, carencia de vitamina B12…
Otro peligroso antinutriente es el ácido fítico, presente en otros granos pero de mayor concentración en la soja. Esta sustancia bloquea la asimilación de minerales claves (calcio, magnesio, hierro y especialmente el cinc). La cocción prolongada lo inactiva parcialmente, solo la fermentación lenta lo inactiva totalmente. Con el tofu (queso de soja), los orientales consumen también pescados o carne, lo cual contrarresta al ácido fítico; esto no ocurre en dietas vegetarianas con soja.
Las hemoaglutininas, que aglutinan los glóbulos rojos y reducen la absorción de oxígeno, son otros antinutrientes de la soja. Estas lectinasdeprimen el crecimiento, generan coágulos sanguíneos y reacciones alérgicas, afectando también a los enterocitos (células de la mucosa intestinal) y por tanto disminuyen la absorción de nutrientes.
A nivel de minerales, la soja posee elevadas y problemáticas concentraciones de manganeso y fósforo. El manganeso es 80 veces más abundante que en la leche materna, y su exceso disminuye los niveles de dopamina, genera hiperactividad y falta de concentración (características del DDA infantil), espasmos, temblores y comportamiento violento.
El fósforo, mineral que en exceso también está asociado al déficit de atención infantil y a la fibromialgia, es un antagonista del calcio y por tanto un promotor de la osteoporosis. Recordemos que nuestro organismo necesita una relación ideal entre calcio/fósforo de 2,5:1 (índice presente en la leche materna), lejano al índice de la leche vacuna (1:1), pero totalmente desequilibrado respecto al índice de la leche de soja (0,4:1) o la harina de soja (0,35:1).
Otro factor de desorden nutricional en la soja, son sus azúcares indigeribles. Se trata de oligosacáridos (estaquiosa y rafinosa) que no pueden ser degradados por nuestras enzimas, generando las características flatulencias intestinales tras su consumo.

Las nefastas isoflavonas

Podemos decir que el mayor problema de la soja son sus publicitadas y abundantes isoflavonas (genisteína, daidzeína). Convertidas en una panacea terapéutica para las mujeres en menopausia, son en realidad uno de los aspectos más peligrosos del consumo de la soja y sus derivados.
Estos fitoestrógenos (mecanismos defensivos naturales de la planta en respuesta a plagas) ya habían sido identificados como problemáticos en animales, allá por los años 50, cuando todavía no se utilizaba en alimentación humana. Los estudios del Dr. Mike Fitzpatrick en Nueva Zelandia mostraban evidencias de trastornos endocrinos, infertilidad, leucemia y cáncer al incorporar soja en alimento de mascotas y animales.
Más tarde se demostró en Japón que apenas dos cucharadas diarias de poroto de soja, durante un mes, bastaban para generar hipertrofia tiroidea (bocio) y pancreática, reducción del timo (glándula comando del sistema inmune), hipotiroidismo, constipación, fatiga y letargo.
Esto fue refrendado luego por estudios ingleses y americanos. Una investigación del Kings College of London, mostró que la genisteína bloquea el paso de espermatozoides al útero, dificultando la concepción, por lo cual la profesora Lynn Fraser aconsejó no consumir soja a quienes desearan el embarazo. Otro estudio inglés demostró que consumir durante un mes 60g diarios de proteína de soja, afectaba el ciclo menstrual, efecto persistente hasta 3 meses después de abandonar la ingesta de la leguminosa.
La Escuela de Salud Pública de Harvard en Boston puso en evidencia el negativo efecto estrogénico de la soja en hombres: disminución del conteo de espermatozoides, infertilidad, aumento de peso, dificultades perceptivas y baja de la libido. Esto confirma el uso de la soja en monasterios orientales, donde la consideraban útil para aplacar el deseo sexual.
La abundante investigación mundial dio sobradas pruebas de los efectos de las isoflavonas de la soja: inhibición de las hormonas esteroides (estradiol) y las hormonas tiroideas (T3/T4), desordenes del aparato reproductor, infertilidad, hipotiroidismo, tiroiditis autoinmune, cáncer tiroideo, daño hepático (cirrosis), problemas de conducta, deficiencia inmune, insuficiencia pituitaria, colon irritable, déficit de percepción y memoria, cáncer de mama…
Sin embargo la industria de la soja se las ingenió para ignorar esta fuerte evidencia basada en las consecuencias del consumo de bajas cantidades diarias de soja (dosis de riesgo: 0,5mg de isoflavonas por kg de peso). Por el contrario, florecieron campañas promoviendo el “saludable” uso de soja para bajar el colesterol (25g diarios de proteína aislada) o resolver problemas de menopausia (el doble de la dosis de riesgo).
Pero lo más grotesco tiene que ver con el gran desarrollo de fórmulas para lactantes, destinadas a bebés alérgicos a la leche vacuna, o vegetarianos. En pequeños organismos, estas raciones de soja (isoflavonas) equivalen a 16 veces la dosis de riesgo antes citada, ó 5 píldoras anticonceptivas diarias para un adulto, ó 1.000 veces más efecto estrogénico que la lactancia materna.
El Ministerio de Salud de Israel prohibió la fórmula para bebes a base de soja, tras 3 muertes de bebes y 7 daños cerebrales en pocos días. En Inglaterra la leche de soja ha sido desaconsejada en menores de 2 años y embarazadas. La Comisión de Alimentos del Reino Unido recomendó no exceder el consumo diario de 40mg de isoflavonas de soja en adultos; estos valores se alcanzan con apenas 20g de poroto ó harina de soja, ó 70g de tofu, ó 200cc de leche de soja ó 100g de brotes de soja.

Daños de procesamiento

Los agresivos métodos industriales necesarios para obtener derivados del poroto de soja, generan ulteriores problemas nutricionales. La obtención del aislado de proteína (SPI por sus siglas en inglés), ingrediente clave en muchos alimentos, es un ejemplo ilustrativo.
El poroto es atacado con una solución alcalina para quitar la cáscara; luego es precipitada mediante un lavado ácido y finalmente es neutralizada en una solución alcalina. El lavado ácido en tanques de aluminio, transfiere (lixivia) gran cantidad de este mineral al producto. La cuajada resultante se seca por aspersión a alta temperatura para generar un polvo de alto contenido proteico. Mediante extrusión a alta temperatura y elevada presión, se obtiene la proteína vegetal texturizada (TVP).
Pese a la alta temperatura, estos procesamientos no alcanzan a eliminar completamente el inhibidor de tripsina; en cambio, desnaturalizan la proteína (reduce los aminoácidos lisina y cisteína) y generan nitritos carcinógenos. El procesamiento alcalino también genera lisinoalanina, unatoxina cancerígena.
Dado el fuerte sabor a poroto, se deben añadir saborizantes artificiales (glutamato monosódico en imitaciones cárnicas) y/o endulzantes. Por ejemplo, los ingredientes declarados de una leche de soja en polvo, son, en orden cuantitativo: jarabe de maíz, aislado de proteína de soja, aceite de soja parcialmente hidrogenado, azúcar, mezcla de vitaminas y minerales, maltodextrina, sal, sabores artificiales, mono y diglicéridos. 
En experimentos alimentarios, el uso de SPI incrementa la demanda de vitaminas E, K, D, y B12, y crea síntomas de deficiencia de calcio, magnesio, manganeso, molibdeno, cobre, hierro, y zinc. El ácido fítico remanente en estos productos de soja inhibe fuertemente la absorción de zinc e hierro; los animales de laboratorio alimentados con SPI muestran órganos agrandados (páncreas y tiroides) y una mayor generación de ácidos grasos en el hígado [2].
El problema de estos derivados de la soja (SPI, TVP) es su omnipresencia en los más variados e insospechados alimentos, lo cual impide evitarlos. Encontramos aislado de proteína de soja y proteína vegetal texturizada en: bebidas, panificados, alimentos dietéticos, leches de soja, fórmulas infantiles, comedores escolares, golosinas, bebidas dietéticas, productos para deportistas, fiambres, imitaciones cárnicas, helados, productos lácteos, barritas de cereales, mayonesas, productos de comida rápida…
Además, estos derivados del poroto están forzosamente presentes en toda la cadena alimentaria, al ser la base de balanceados para cría animal intensiva (feed lot, estabulación, jaulas, piscinas). Por cierto que los animales alimentados con proteína de soja muestran los mismos problemas de salud que los humanos: déficit de crecimiento, hipertrofia de órganos, hígado graso, tumores...
En materia de aceites, los benéficos ácidos grasos esenciales de la soja (omegas 3 y 6) son desnaturalizados por presión, solventes y temperatura (hasta 270ºC en atmósfera controlada) de los eficientes procesos industriales, que requieren agresivos procesos de refinación para eliminar indeseables texturas y olores (neutralizado, desgomado, blanqueado, desodorizado) [3]. Los AGE solo se encuentran en aceites obtenidos de presión en frío, método “ineficiente” que extrae apenas el 20% de la materia grasa del grano.
El aceite de soja refinado se destina principalmente a la hidrogenación industrial (margarinas), proceso que permite modular texturas (de líquido a sólido) adecuadas a las más diversas exigencias de la moderna ingeniería de alimentos, con bajo costo y gran conservación (resultan estables grasas transaturadas).
En el procesamiento doméstico o artesanal, el tiempo necesario y el alto costo energético (horas de remojo y cocción), induce a buscar soluciones más “convenientes”. Por ello las pequeñas elaboraciones (milanesas de soja, tofu) hacen uso de la harina de soja cruda. En el caso de las milanesas, el poroto molido es apenas sometido a pocos minutos de hervor (confección) y un ligero dorado (consumo). Obvio que así se evitan las altas temperaturas y las nitrosaminas cancerígenas, pero los antinutrientes quedan intactos e indigeribles los nutrientes.
Como corolario, y más allá de esta realidad apabullante que puede sonar obsesiva, creemos necesario compartir un testimonio desgarrador, del cual fuimos involuntarios testigos años atrás. Un bienintencionado matrimonio de Córdoba que por entonces se proveía de nuestros porotos de sojaorgánicos y no transgénicos, decidió criar a su bebé recién nacido, evitando alimentarlo con la problemática leche vacuna. Con paciencia, hacían caseramente su propia leche de soja para el niño. A los dos años nos cuentan desesperados, sobre el diagnóstico del bebé alimentado con leche de soja casera: cirrosis hepática y leucemia. ¿Hace falta más evidencia?



  • [1] Ver “Por qué debe evitarse la soja” de Sally Fallon y Mary G. Enig, en http://www.axel.org.ar/articulos/nutricion/soja/evitarsoja1.htm
  • [2] Rackis, Joseph, J., "Biological and Physiological Factors in Soybeans", Journal of the American Oil Chemists' Society 51:161A-170A, January 1974 - Rackis, Joseph J. et al., "The USDA trypsin inhibitor study", ibid.
  • [3] Ver apartado “Los aceites procesados”.
  • Extraído del libro "Nutrición Depurativa"

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